domingo, 19 de mayo de 2013

Tarzán, la leyenda del hombre mono

Últimamente atravieso una sequía creativa preocupante, pero al menos he podido completar este microrrelato (153 palabras, incluyendo el largo título) de espíritu ciertamente irónico.

Tarzán, la leyenda del hombre mono

Antes, Tarzán era el rey de la jungla. Se enfrentaba a pecho descubierto a las panteras, a los gorilas, a las tribus de indígenas e incluso a los hombres blancos con armas de fuego que trataban de destruir su territorio. Los elefantes le respetaban y los simios eran sus hermanos. Era Tarzán de los monos.

Pero llegó Jane, y para ella todo allí era muy bonito. Qué mono es este elefantito, qué cuco ese leopardo. Oh, qué monas son las serpientes. Por supuesto, qué monos son esos monos. Tarzán ya no podía enfrentarse a nada, todo se había teñido del punto de vista de Jane y los animales habían perdido su agresividad, llevaban lazos rosas en la cola y sólo sabían poner ojitos de cachorro abandonado. Ni se te ocurra pelearte con ellos, son tan monos… Todo era mono. Se había convertido en Tarzán de lo mono.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Reseñas de Calabazas Supersticiones

Al igual que hice con Las estrellas están en posición, me gustaría recoger aquí las primeras reseñas que han aparecido sobre Calabazas en el Trastero: Supersticiones y analizar principalmente lo dicho sobre mi relato, Arúspice.

José Luis Cantos, uno de los participantes en la antología, expresó en la página de Cultura Hache: "Arúspice, de Aitor Solar, es un juego de trileros. Un hombre desesperado acude a una curandera con la esperanza de encontrar tratamiento para su mal. Cuando cree que no todo está perdido, se encontrará con que la suerte, a veces, se pone de tu parte cuando menos te lo esperas. Tras un inicio algo farragoso, demasiado extenso a mi entender y con oraciones largas en exceso, el relato gana en suspense y en velocidad, desembocando en un final que deja bastante satisfecho. Sin ser redondo, consigue mantener el ritmo de la compilación".

Por su parte, Javier Vivancos, cuyo relato No espulgues también aparece en este Calabazas, dijo en OcioZero: "Arúspice, de Aitor Solar es el relato que me ayudó a entrar verdaderamente en la antología y a apreciar el buen hacer que esta destila en general. En este relato lo que comienza como una aparente crítica a videntes tipo línea 806 acaba dando un giro casi inesperado con mucha mayor riqueza y contenido que la mera confrontación entre la razón y la superchería. Y es que cuando uno se encuentra en una situación extrema, ha de abrir su mente a todas las posibilidades, en este caso a la fuerza..."

Aunque no lo parezca, ambas críticas coinciden en lo fundamental, pero ocurre que fusionan dos aspectos que yo considero independientes. Uno es un fallo: al principio del relato, la narración no es fluida y bien lo sé yo. El otro no es un error, aunque puede gustar más o menos (como hemos podido comprobar), y es que la primera escena parece apuntar en un sentido cuando luego la historia va por otro. Para mí esa escena (la del parque) es importante porque plantea la situación interior del protagonista. Podría prescindir de ella y la idea general sería la misma, pero los hechos subsiguientes quedarían, en mi opinión, cojos e irreales.

Con este relato me pasó una cosa muy curiosa que quizás explique esas dificultades con el arranque de la narración. La idea de la trama llevaba revoloteándome por la cabeza desde hacía años, y me sonaba haber intentando plasmarla en algún momento, pero no encontré dónde así que me puse a escribirla de cero. Cuando llevaba ya un tercio o así, encontré repentinamente el viejo archivo. Sólo contenía algunos párrafos y frases sueltas, pero al repasarlas me di cuenta de algo terrible: ¡me gustaba mucho más la versión antigua! Qué triste es estar en decadencia. Así que readapté parte de lo que tenía escrito en la nueva versión para que incorporara frases y conceptos de la vieja (sobre todo en el primer acto) y continué hacia el final que tenía en mente, que era el mismo en ambas versiones.

d'Oups

Como no creo que vuelva a surgir la oportunidad de hablar de este relato, antes de que se me olvide quiero consignar que el personaje del "malo" está inspirado en el misterioso millonario y filántropo Herbert d'Oups (que aparecía en Spirou y los hombres burbuja de Franquin), un tipo que siempre me dio muy mala espina.

lunes, 6 de mayo de 2013

Cabalgata

He aquí otro de los microrrelatos que escribí para Los Micros de Cthulhu y que a mí personalmente me agrada (lo importante es gustarse a uno mismo, o eso dicen).

Este tiene un tono más arcaico y es menos explícito que los anteriores. Como veréis, está inspirado en una popular leyenda británica y juega con las expectativas del lector ante la misma. Lo menciono porque luego resultó que mucha gente no había oído hablar de la historia original, en cuyo caso me temo que pierde casi toda la gracia.

La cabalgata

Creedme, honorable audiencia, cuando digo que nunca se vio Coventry como aquel día. Las calles estaban desiertas como si la peste negra hubiera vuelto para llevarse a quienes perdonó, y en el mercado no se oía ni el graznido de una oca, pese a encontrarse la población en feria.

Pronto comprenderéis el motivo, pues entre burgueses y populacho se había extendido la noticia como la llama en un reguero de aceite. La joven esposa del conde, llegada recientemente de tierras lejanas y de la que pocos habían podido contemplar su hermosa faz, había de recorrer el pueblo a caballo, de extremo a extremo, pues así lo ordenaba su marido. Pero no cubierta con sus alhajas y sus sedas, con sus mantos y sus joyas, sino, y perdonen las damas presentes mi atrevimiento, como el Señor la trajo al mundo.

A cambio de soportar esa afrenta, ella impuso una severa condición: que todas las familias de Coventry se resguardaran ese día dentro de sus casas, con puertas y ventanas cerradas, nadie osara asomarse so pena de muerte. Lo único que oyeron las buenas gentes de la aldea fue los cascos de su caballo sobre el empedrado, y suspiraron aliviados al sentir que se alejaban.

Pero, ¡ah!, alguien la vio. Yo sé que el viejo Tom, ese pícaro sastre, osó espiarla desde la buhardilla de su taller. Cómo ansiaba contemplar su delicada figura, apenas cubierta por su larga cabellera, cómo anhelaba deleitarse en intimidades de su cuerpo que ni su esposo tenía legítimo derecho a contemplar.

Unos aseguran que el pobre Tom quedó ciego al ver a la dama Godiva, otros que murió allí mismo, pero yo os digo que si os acercáis al monasterio benedictino que se alza a unas leguas de aquí y pedís que os conduzcan junto al ventanuco del patio de los locos, aún podréis escuchar sus dementes chillidos que conmueven el alma. Y si por azar en ese momento aúlla algo que parece tener sentido, haced como yo y tapad vuestros oídos como él no supo cerrar sus ojos.

En efecto, me refería a la historia de Lady Godiva, que según cuenta la tradición recorrió desnuda y a caballo la población de Conventry, a cambio de que así su marido accediera a bajar los impuestos. El giro consiste en que ahora la dama es menos hermosa (y mucho menos humana) de lo que ha venido sugiriendo la imaginación popular. Por darle una explicación, podría tratarse de una de esas "esposas" que los profundos entregaban a sus primeros fieles humanos para hibridar en la comunidad (aunque Conventry no está en la costa ni echándole imaginación).

Al escribir el minirrelato me planteé la opción de dar una explicación alternativa al motivo de su cabalgata nudista, porque eso de ayudar a la plebe resultaba demasiado benéfico para la nueva imagen que tenía de la "delicada" Godiva. Por ejemplo, podría deberse a que ella deseaba poner fin a las generosas donaciones a la iglesia por parte de su marido (el monasterio que menciono al final fue una de ellas) y él, mortificado, quiso aprovechar la coyuntura para que el pueblo descubriera la verdadera naturaleza de su nueva señora. Pero al final me quedaba una explicación muy engorrosa y el micro se me salía de madre, así que opté por no mencionar la cuestión.