miércoles, 28 de agosto de 2013

84 relatos después

Por fin he terminado de leer y valorar los relatos presentados a Calabazas en el Trastero: Especial Mitos de Cthulhu. La lectura ha sido muy agradable, pero tener que decidir qué nota merece cada uno es una experiencia que no le recomiendo a nadie. Ahora aún queda la labor de confeccionar, junto al resto del jurado, una antología equilibrada de la que, necesariamente, se quedarán fuera algunos relatos que me han gustado. Gajes del oficio.

Repasando mis apuntes de cada relato, veo que hay "problemas" que se repiten en numerosas candidaturas. Si alguien siente curiosidad o cree que puede serle útil para mejorar sus opciones de publicar, os hago partícipes de mis reflexiones:

Profesionalidad. Lo que más se ha notado en los relatos es la ilusión, las ganas de ponerse a escribir y contar algo. Pero por desgracia, cuando se leen tantas historias seguidas, la calidad marca la diferencia. Los textos bien escritos son más fáciles de leer, agradan la vista. La historia es importante, por supuesto, pero la forma de narrarla no debe ser un obstáculo para disfrutarla. Da mucha pena encontrarse con relatos que entrarían sobradamente si el autor se hubiera molestado en corregirlos. Creedme, no se puede entregar un texto sin repasar, lleno de faltas de ortografía o con palabras "perdidas". Repasadlo, por un motivo muy simple: es algo fácil de hacer que mejorará mucho vuestras posibilidades de ser seleccionados.

Y cuando hablo de repasar, me refiero al sistema clásico de imprimir el relato y releerlo con un boli rojo en la mano. El corrector automático del procesador de textos, aunque necesario (hasta al mayor maestro se le escapa una errata) no es suficiente. Para él, "habría" y "abría" son ambas correctas, pero en una frase dada, una de las dos supondrá un feo error. Y como ése miles de ejemplos. Corregir es parte fundamental del proceso de escritura, no sirve escaquearse.

Marcar el ritmo. Cinco mil palabras no son muchas, pensad siempre en la extensión que pretendéis alcanzar y marcad bien los tiempos de planteamiento, nudo y desenlace. Así como uno no corre igual la maratón que los cien metros lisos, una historia no se desarrolla igual en mil palabras que en diez mil. Varios relatos que iban muy bien se han dado de bruces con el límite y han optado por un final abrupto poco desarrollado (otros directamente se han pasado de largo de la extensión solicitada, lo cual tampoco es ideal). Plantear la estructura que tendrá la historia antes de ponerse a escribir ayuda mucho.

Originalidad o clasicismo. Aquí ha habido de todo, y he tratado de valorar con ecuanimidad tanto los relatos de estilo clásico bien planteados, como los que optan por la originalidad sin caer en el absurdo.

Ahora bien, clásico no significa "visto mil veces". No os podéis imaginar la cantidad de ocasiones que he leído que alguien heredaba la casa de su abuelo. Si no habéis heredado ya cuatro o cinco mansiones siniestras en Nueva Inglaterra es que sois unos pringados, que lo sepáis. Optar por un plantamiento típico no es malo de por sí, pero te obliga a hacerlo mejor que el resto de participantes que haya elegido el mismo camino (porque lo lógico es que en un libro no aparezcan dos historias de estructura similar).

Lo mismo se aplica a la originalidad sin freno. Si tenemos que darle mil vueltas para entender la historia, malo. Por eso suele ser buena idea que, si lo que vas a contar es complejo, la forma de hacerlo sea la más sencilla posible. No añadas elementos extraños que luego no vas a usar. Esto en particular me lo he encontrado en relatos que se ambientaban en épocas poco comunes (lo cual es bueno) pero que al final no aprovechaban esa época para nada relevante. ¿Para qué meterse en camisas de once varas?

Contar algo. Y este es el opuesto del primer punto, y de lejos el más subjetivo de todos. Pero pensad que entre tantas historias, la que simplemente es correcta pero no destaca tiene muchas papeletas de quedar relegada al olvido. Normalmente los miembros del jurado resumimos el relato en una frase para recordar de qué iba, y las múltiples variantes de "pues realmente no pasa nada" no van a ayudar precisamente a darle luego una buena nota. Contad algo. Y si vuestra historia sólo tiene un golpe de platillos, que sea en la conclusión, para dejar un buen sabor de boca.

Y eso es lo principal en cuanto a los relatos que podrían haber quedado un poco mejor (los que son malos los mires por donde los mires, mejor ni mencionarlos). Yo tampoco me libro de caer a menudo en estas trampas, pero tomar conciencia de ellas sólo puede ser positivo.