lunes, 29 de febrero de 2016

Las crónicas de Prydain (II)

Bienvenidos a nuestro repaso de la clásica saga de fantasía juvenil (que no infantil) Las crónicas de Prydain, de Lloyd Alexander, una maravilla de su género poco conocida en nuestras tierras. Si no lo habéis hecho ya, os recomiendo empezar por el primer artículo que le dediqué. ¿Ya? Bien, nos habíamos quedado en el segundo tomo de los cinco que componen la serie, así que retomémoslo a partir de ese punto.

El castillo de Llyr

El tomo central de la serie es quizá el más flojo (¿casualidad?), pero en absoluto malo. Si en los dos primeros Taran se había enfrentado (con poca cabeza) a sus ideas preconcebidas sobre el valor y el honor, en este libro comienzan a cristalizar sus sentimientos amorosos hacia Eilonwy, que como buena princesa es de sangre real, muy por encima de un plebeyo como él. Su rival por la mano de la chica es el torpe pero bienintencionado príncipe Rhun, a quien Taran considera inmerecedor de la gracia de tener «sangre azul», algo que interiormente anhela para sí.

Narrativamente, el argumento es tan típico como «rescatar a la princesa», y los oponentes no resultan ni de lejos tan terribles como en los libros anteriores. Lo más destacado son los capítulos dedicados al gigante mezquino y su gata, que a pesar de romper un poco el ritmo de la historia de fondo, son bastante más interesantes que esta. Digamos que este libro sirve sobre todo para preparar los siguientes.

Y sí, otra vez la portada corresponde a la misma ilustración que se usó para los dos primeros libros. En esta ocasión el punto de mira se aleja para que tanto Taran como el Rey Astado aparezcan en escena, con lo cual vemos de paso el bonito riachuelo, metáfora del cambio o algo así, quién sabe.

El castillo de Llyr, Lloyd Alexander.
The Castle of Llyr (1966)
Martínez Roca, 1990. 151 págs.

Taran el vagabundo

Seguramente este cuarto volumen sea el más complicado de abordar para un joven lector. Su extensión aumenta considerablemente respecto a los anteriores y la trama no es tan fluida. Taran ansía saber de sus orígenes (con la esperanza de descubrir que es de familia noble, para poder pedir la mano de Eilonwy) y para ello parte a lejanas tierras, donde acaba trabajando en una diversidad de oficios que le dan nuevas perspectivas sobre la vida.

Alexander dedica este volumen a madurar definitivamente a Taran, y para esa tarea el resto de personajes sobran desde un punto de vista narrativo (salvo Gurgi, que no deja de ser una sombra cómica de Taran). Pero como el autor no quiere defraudar a los lectores, tiene que incluir a estos secundarios de vez en cuando. Eso nos da un tomo un tanto desequilibrado en su conjunto pero cuyas partes aisladas funcionan muy bien, tanto las de aventura (metiendo de nuevo unos malos dignos de tal apelativo) como las de reflexión y aprendizaje.

Al comienzo del libro aparece, por cierto, una de las secciones que más miedo dan de toda la saga, la dedicada al mago que no puede morir (filacteria mediante), aunque también Dorath es un personaje secundario muy siniestro y realista, que toma el relevo cuando el hechicero pasa a mejor vida. Ya veis que no es un texto tan infantil como los anteriores.

Ah, sí, la portada. Ahí está otra vez el mismo dibujo. Ahora es la parte de la izquierda, que no habíamos visto hasta ahora, invertida y con el añadido del rey con cuernos abajo porque… porque sí, vaya.

Taran el vagabundo, Lloyd Alexander.
Taran Wanderer (1967)
Martínez Roca, 1992. 208 págs.

El gran rey

Hemos llegado al final del camino. En cierto sentido no tiene nada de original: Taran se convierte en rey, y además un poco porque sí (niño misterioso criado por un mago…), y de paso se casa con Eilonwy, un amor que intuíamos desde el primer libro. Lo importante, por supuesto, es el camino que le ha llevado hasta allí, y no la recompensa. Sirve tambien como el final de una era para el propio Prydain: Arawn es destruido y la casa de Don debe retirarse también más allá del mar (sí, recuerda mucho a Tolkien, pero es un elemento común en las leyendas célticas, Nancy Springer también lo usó en varias novelas).

El eje central de la trama es la guerra que asola el país, provocada por Arawn en su intento definitivo de hacerse con el poder. Una guerra con todo su heroísmo y su crueldad (esto decididamente no es una peli de Disney, preparaos para que varios personajes importantes empiecen a caer), batallas, escaramuzas, traiciones y circunstancias extremas que exigen asumir responsabilidades y tomar duras decisiones. Vaya, en una palabra: crecer.

Y, ¡albricias!, se abandona por fin ese dibujo para la portada y se usa una preciosa ilustración de Michael Whelan, aunque este la había creado para una novela de Patricia McKillip, The Changeling Sea, y hubo que borrar el monstruo que asomaba en el original entre las columnas del fondo. No obstante, para mí esta será siempre Eylonwy.

El gran rey, Lloyd Alexander.
The High King (1968)
Martínez Roca, 1994. 233 págs.

Otras obras

Estos cinco libros son todo lo que se ha traducido de Alexander al castellano. No obstante, existen también algunas historias cortas adicionales que pertenecen a las Crónicas de Prydain. Todas ellas se emplazan antes de la trama de las novelas (de hecho, antes del nacimiento de Taran).

Dos de ellas, Coll and His White Pig y The Truthful Harp, son breves cuentos infantiles ilustrados de los años 60. Otros seis relatos aparecieron en 1973 bajo el título colectivo de The Foundling and Other Tales of Prydain (ediciones posteriores de este libro, que de todos modos es muy breve, contienen también los dos relatos previos).

En general, se detienen en aspectos de la trama que sólo se mencionan de pasada en las novelas (como la infancia de Dallben o lo que fue de la madre de Eilonwy), y no son ni de lejos imprescindibles para disfrutar de los otros libros. Sólo los menciono para que el artículo sea completo, o por si os ha gustado de verdad la saga. Este tomito se puede comprar muy barato en su edición más reciente.

The Foundling and Other Tales of Prydain
Lloyd Alexander (1973).
Henry Cold and Company, 2012. 98 págs.

Bien, este es el final del camino para nosotros. Espero que lo hayáis disfrutado y, si no conocíais esta saga, estéis ahora dispuestos a darle una oportunidad, ya sea para vosotros mismos o para algún joven familiar con ganas de leer . Si la reeditan, claro, porque lleva años lamentablemente descatalogada. Hasta la vista.

martes, 16 de febrero de 2016

Calabazas en el Trastero: Máscaras

Ya está en la calle mi sexta (y posiblemente última) aparición en Calabazas en el Trastero, vigésimo tomo de la serie, dedicado al apasionante tema de las máscaras. Al menos a mí me parece apasionante, pero el caso es que se presentaron a la convocatoria menos relatos de lo habitual. ¿No os fascina a vosotros ese simbolismo del rostro falso, de la identidad oculta, de pasar por lo que no se es? Podrían salir mil historias maravillosas de ahí.

Mi relato se titula Fiesta pagana, y está ambientado en algún momento y lugar indeterminados de la alta edad media. Es casi lo primero que escribo «histórico» para una época tan remota y creedme que costó lo suyo, incluso sin circunscribirme a una región específica. Documentarse es de las tareas más duras de la literatura, aunque cuando todo empieza a encajar ofrece grandes satisfacciones. Dentro de un tiempo me gustaría dedicarle a este relato su propio artículo, porque creo que lo merece.

La antología de puede conseguir de la propia editorial y en otras tiendas online por siete euros o menos, no diréis que es caro. Y sí, seguramente acabe saliendo también en digital, como el resto de la colección.

Calabazas en el Trastero XX: Máscaras
Varios autores. Saco de Huesos, 2016. 158 págs, 7€.

martes, 2 de febrero de 2016

Las Crónicas de Prydain (I)

A mi hijo le apasiona leer, pero sigue empeñado en que cada noche sea yo el que le lea un par de páginas antes de dormirse. Y creedme, no es fácil encontrar material adecuado. Hace un tiempo decidí que ya estaba preparado para ponernos con las Crónicas de Prydain, de Lloyd Alexander.

Es una saga inspirada en la mitología galesa que me influyó bastante en su momento (aunque entonces era mayor que él, claro), porque pese a su tono juvenil, no cae en los tópicos. Su protagonista, Taran de Caer Dallben, es un aprendiz de porquerizo que sólo ansía convertirse en un gran guerrero. Y en cierto modo lo consigue, mas al precio de descubrir que la guerra nunca conduce a nada bueno, que al final lo que hace grande a un hombre no es su cuna o su espada, sino su trabajo y sus esfuerzos por ayudar a los demás. Para mí, esa es una lección muy adecuada para un muchacho (o muchacha), especialmente en esta época de gratificación inmediata, en la que en las obras de ficción más populares se alcanza el éxito sin el menor esfuerzo.

Mucha gente sólo conoce estos libros por la película que hizo Disney en 1985 titulada The Black Cauldron, que aquí renombraron por algún ignoto motivo Tarón y el caldero mágico. Está basada en los dos primeros tomos de la serie y, francamente, no es gran cosa, por no mencionar que cambia totalmente el final para «disneizarlo» adecuadamente. Yo la vi en el cine de crío, mucho antes de conocer esta saga, y no guardo buen recuerdo de ella. Así que no os dejéis influir en ese sentido, la narración de Alexander es mucho más profunda.

Esta serie no ha tenido demasiada fortuna editorial en España. Los libros originales datan de los años 60, pero aquí no aparecieron hasta que los publicó Martínez Roca en su fabulosa colección Fantasy entre 1987 y 1994. Existe otra edición posterior de Alfaguara Juvenil, de 2003 a 2005, que francamente no conozco. Voy a referirme a la edición de MR, que es la que tengo, pero asumo que salvo las portadas (y el título modificado del cuarto libro) son básicamente idénticas.

El libro de los tres

El comienzo de la saga no podría ser más típico: Taran es un chaval solitario que trabaja cuidando cerdos en una granja y sueña con ser un gran guerrero, pero Hen Wen, su cerda oráculo (sí, habéis leído bien) se pierde y para no llevarse una bronca de su maestro sale en su busca, metiéndose de paso en una arriesgada aventura.

Este primer tomo maneja muy bien la presentación de los personajes secundarios, tanto Gurgi la bola de pelo que siempre termina las frases con dos sustantivos que riman, como la atolondrada princesa Eilonwy (que no calla ni bajo el agua) y el bardo Fflewddur Fflam, cuya arpa mágica tiende a romperse cuando su dueño cuenta alguna «mentirijilla», situación bastante frecuente. De hecho, una de mis escenas favoritas es cuando Fflewddur relata cómo ha luchado contra hordas de enemigos y Taran (y el lector con él) está esperando que la cuerda del arpa salte, pero eso no sucede. En cambio, en cuanto el bardo asegura que no pasó miedo, ¡doinnng!

Si algo sorprende al lector de esa breve novela es que, después de todo, Taran no hace gran cosa. No vence a los enemigos, no es el elegido para desenfundar la espada mágica (de hecho casi muere por intentarlo), y tampoco toma decisiones especialmente acertadas, y todo esto es algo de lo que él es tristemente consciente. A lo sumo posee ciertas dotes de liderazgo, pero eso le supone escaso consuelo.

El libro de los tres, Lloyd Alexander.
The Book of Three (1964)
Martínez Roca, 1987. 155 págs.

El caldero mágico

Aquí las cosas ya se ponen serias: este es uno de los tomos más oscuros de la saga, y seguramente el mejor. La trama general recuerda bastante al primer libro (y al último), en cuanto a que Arawn el señor del mal planea apoderarse de Prydain y hay que evitarlo, y en que grandes nobles que se suponen fieles acaban traicionando a nuestros protagonistas.

Pero la chicha está en la lucha interior de Taran por aquilatar lo que realmente significan y conllevan conceptos como valor, orgullo y honor, y en lo que sucede si permites que te cieguen y guíen tu vida, todo esto acompañado de varios momentos impactantes de sacrificio personal. Literalmente. A mi juicio, una auténtica etapa de maduración personal muy bien narrada, evidentemente con un poso agridulce, como era de esperar.

Por su parte, los nacidos del caldero (muertos vivientes de la mitología celta) son, junto a los Cazadores, de lo más aterrador que vamos a encontrar en estos libros. Pero por encima de ellos destaco la aparición de Orddu, Orwen y Ordoch, tres brujas (personificación de las moiras) que tejen el destino de los hombres, y con las que siempre es muy peligroso tratar. Fascinantes personajes.

Un detalle: quizá no lo apreciéis a simple vista, pero la portada corresponde a otra zona de la misma ilustración que se usó para el primer libro. De hecho la aparición del Rey Astado, principal oponente de El libro de los tres, ya constituye una buena pista. Curioso, ¿no? Pues no fue la última vez que ocurrió.

El caldero mágico, Lloyd Alexander.
The Black Cauldron (1965)
Martínez Roca, 1988. 159 págs.

Nos quedan todavía por comentar tres libros de esta serie: El castillo de Llyr, Taran el vagabundo y El gran rey. Pero no desesperéis, ya está subida la segunda parte de este artículo; a disfrutarla .